10 consejos para lograr una buena pareja

¿Urgid@ porque llegue a tu vida una pareja como la de tus amigos? Pasa el tiempo y no ves que llegue el/la buen@? ¿Haz intentado de todo y nada? ¿Tus galan@es dan pena ajena?

A continuación los 10 consejos para lograr una buena pareja:

  1. Revisa tu autoestima.  Sin seguridad en ti mismo, sin autorespeto, sin amor propio; será difícil que alguien pueda hacer contigo una buena relación.
  2. Arréglate desde dentro. No todo es mantener un cuerpo esbelto, ganar lana, tener un alto puesto en el trabajo, estrenar auto cada año, viajar por todo el mundo, o sonreír con tus dientes perfectos pero lleno de infelicidad y de frustración. Date una manita de gato a través de conocerte, pero,  ¡en serio! Con todos tus recovecos y sin esconder tus habilidades y miedos. Todo ello te hará un ser humano completo, capaz de no andar solicitando «medias naranjas», sino complementos de vida.
  3. Llénate. Con todo lo que necesitas para que no andes pidiendo a otro que lo haga por ti. ¿Necesitas reconocimiento? ¡Dátelo! ¿Te urge un apapacho? ¡Dátelo! ¿Quieres apoyo? ¡Vas con todo: dátelo!
  4. Ni mamá ni papá. Aprendemos a relacionarnos con otras personas gracias a lo aprendido en casa. A veces, si te pones trucha, verás que haces o dices cosas que papá o mamá hacían con su pareja. Y también podemos ir por la vida queriendo hacerla de papá o de mamá con nuestr@s novi@s. Ojo: no está mal servirle el café de vez en vez pero de eso a pagarles la tarjeta de crédito, curarles la cruda, conseguirles trabajo o enfrentar sus problemas, ¡aguas!
  5. Espejito, espejito. Hay una frase que de tan trillada, ya nadie le hace caso: «si te choca, te checa». Cuando nos emparejamos, vamos acompañados (simbólicamente) de un espejo en el que proyectamos todo aquello que no acepto de mí, porque me es difícil creerlo, lo rechazo, no me gusta o lo desconozco. Si trabajas en tu persona, verás que lo mamón, abusivo, grosero, asqueroso, vulgar, inteligente, valiente, sagaz, cariñoso…, de tus novi@os, no sólo él o ella lo tienen…
  6. Invierte en ti. Hace tiempo una persona a la que estimo me decía que había valido la pena haber pagado terapia por tres años en lugar de seguirle pagando a sus parejas desde las multas de tránsito, hasta las vacaciones. Ya se había dado cuenta que «pagaba» porque se quedaran con ella pues no se sentía ni valiosa ni importante. Así que no malgastes tu lana en comprar regalos, en tenerl@ content@ con un viaje a Cancún todo pagado o en pagarle la universidad para que no te de pena presentarlo con tu familia. Mejor usa ese dinero en  una terapia eficaz  que te enseñe a verte con todo tu potencial.
  7. Ocúpate. Muchas personas utilizan su tiempo y su energía en preguntarse por qué no han encontrado a esa pareja tan soñada. Van a comer y se cuestionan lo que han tenido o dado de más o de menos. Se ven con los amigos y cuentan el mundo cruel en el cual viven porque no duran con sus parejas o, ¡nada más no encuentran!  O ven con envidia y tristeza a la gente que anda de la mano con alguien… ¡Y no se ocupan de sí mismos! Hay una frase que me encanta: «La mejor manera de encontrar es no buscar». Y queda como anillo al dedo a este tema, ¿o no?
  8. Aprende. De ti y de los demás. De tus exparejas que son grandes maestros. No repartas culpas, responsabilízate de lo que hiciste bien, mal, de más y de menos; y llévate ese aprendizaje a tu siguiente relación. Si lo que hiciste de más como comprarle un traje de $10,000.00 en la segunda cita, ahora transfórmalo y ponte un alto. Si no resistes regalar algo, ¡regálate tú algo primero!
  9. Se tú. Siempre. Si no quieres tener hijos, que sea por ti, no porque los otros no quieran. Si te gusta el hard rock y no la cumbia, no cambies por darle gusto a otro. A alguien- primero a ti, primero a ti– le gustarás con tus gustos raros, con tu barriga, con tu cutis graso, con tu manía por la limpieza, con tu ser tierno, con tus miedos, con tus arrugas, pero (ya lo señalé antes) primero gústate tú para que le gustes a alguien.
  10. Ábrete al mundo. Hace tiempo una mujer que conozco me dijo que tenía ganas de tener una pareja y que había un compañero en su clase de maestría que le echaba el can pero estaba más chaparrito que ella y eso era un IMPEDIMENTO para no hacerle caso. Literal. Recuerda que «la vida no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos».

Ojalá que estos 10 consejos te ayuden a hacer pareja con la primera persona con la que es vital hacerla: contigo mism@. Si después viene alguien y se asoma por tu vida, te dará gusto comprobar que el trabajo que hiciste por ti trajo como consecuencia que alguien más se diera cuenta de lo valioso, diferente, único que eres.

 

¿La felicidad no existe?

Algunas personas hablan de la Psicología de la felicidad, la cual, de acuerdo al sitio http://cienciasdelafelicidad.mx, se trata del estudio científico de las bases del bienestar y de la felicidad, cuyo objetivo es desarrollar la gratitud, el optimismo o el amor; así como de sacar el máximo partido a la vida.

Considero que los individuos buscamos la felicidad aunque no sepamos mucho qué sea.

Hay quien piensa que la felicidad es el estado en el que uno se encuentra cuando logra una meta, cuando se siente sano y contento, cuando pasa un examen de muerte, lo que acontece cuando le proponen matrimonio; cuando se tiene un hijo, cuando se divorcia de un ser repugnante, pero Freud diría también que: «en la búsqueda de la felicidad es necesario acrecentar el trabajo psíquico e intelectual».

¿Quién nos dicta nuestro concepto de felicidad? Nuestra educación, el contexto en el que nos encontramos y la decisión de adult@ que nos acompaña. No es lo mismo vivir la felicidad del primer amor, a la que nos produce concluir una carrera universitaria o que superemos un cáncer a los 75 años. Es decir, el concepto de felicidad va cambiando con los años, con los encuentros, las vivencias y, otra vez, con lo aprendido y aprehendido de niños.

Sin embargo, y ahí viene el pero de siempre, la felicidad no debería ser la búsqueda de nuestra vida. Considero, a razón de que me avienten unas cuantas piedras, que la vida debería quitarse esas palabras tan lacerantes y complicadas. Sería más sencillo si los «siempre», los «nunca», la «felicidad», el «sé tú mismo», o el «sé libre», se quitaran de nuestra programación como seres humanos. Sería más sencillo no encajonar los momentos de la vida por los que pasamos. Si saboreamos un atardecer enmedio de un traspatio donde tendemos la ropa, no tendría que ser menor con hacerlo tirados en el camastro del hotel Bucuti & Tara Beach Resort, en Aruba, uno de los mejores del mundo.

Así, creo, buscaríamos por el placer de hacerlo, sin tener en la mente el que al lograr tal o cual cosa, vamos a «ser los más felices del planeta». Leí hoy sobre el hijo de una periodista famosa, cuyos rumores de divorcio antes de cumplir un año de casado, llenan los periódicos de espectáculos… Es un caso de que la felicidad son momentos, arranques, parpadeos, instantáneas, que no desmerecen en nada a otros elementos de la vida como la tranquilidad, la espiritualidad, la entereza, la fuerza, el ánimo y la energía.

Y también se vale decir que la tristeza, la desazón, el perderse y dudar, el no saber hacia dónde ir, el equivocarse, etc., son parte de la vida y no hay que evitarla. Forman parte del otro lado de la moneda que también nos provoca, nos mueve, nos prepara para afrontar mejores pruebas de existencia. No hay que temerles ni esconderlos detrás de un «no pasa nada», «todo está bien», «yo soy feliz», porque, de todos modos, van a salir en formas imprevistas y sorprendentes sino les hacemos un lugar en nuestra cotidianidad.

Así que hay que vivir con menos conceptos y con más autenticidad.

 

Dejar de fantasear

A mis 44 años, dejé de soñar.

Me guiaba de sueños sin realizar por miedo a afrontar la realidad. Aún hoy tengo miedo de que me digan un no, o no conseguir lo que quiero. Ahora pienso que la infancia casi nunca nos abandona y regresamos a ella en formas insospechadas, con tal de no ser adultos con responsabilidades y obligaciones, incluso, la de crecer.

Por fortuna, existen los psicólogos que le ponen a uno, su pasado, su presente y su futuro al mismo tiempo; y sin tiempo de acobardarnos, nos  ponen sobre la mesa lo que viene si seguimos haciéndonos tontos escondiéndonos detrás de nuestras fantasías, que, por seguirlas, se nos han ido oportunidades y mejores realidades. Llegó la hora de darles las gracias y caminar en este mundo de haceres y deberes.

Hoy voy en búsqueda de algo que he querido siempre y que sólo acercándome a la gente, siendo humilde y empezando de cero, voy a ver cumplido. El camino se hace de mil caminos que un día cambian de dirección y de paisaje. El que me toca a mí hoy trae luz de sol y muchas puertas por abrir.

Parece difícil porque no nos enseñan a andar con nosotros mismos ya de mayorcitos. Siempre andamos viendo quién hace por uno o quién nos sigue cargando y ya no es posible. Hora de poner los pies sobre el suelo y trabajar por aquéllo que deseamos con el corazón: En mi caso, ganarme la vida al ser independientemente feliz con la psicoterapia y la mentoría en comunicación que emprendo desde un lugar de principiante nerviosa, de un no saber y de una angustia que me estruja el corazón.

Pretendí hacerlo desde un lugar que aún no me correspondía, por ello, me agradezco y le agradezco a mis mujeres del futuro, que hoy se presentan ante mí para darme la fuerza que todas las mujeres necesitamos en algún momento de la vida para saber que no estamos solas en el deseo de una vida de calidad, tranquilidad y libertad.

Aquí empezamos esta historia con pies descalzos…