¿La felicidad no existe?

Algunas personas hablan de la Psicología de la felicidad, la cual, de acuerdo al sitio http://cienciasdelafelicidad.mx, se trata del estudio científico de las bases del bienestar y de la felicidad, cuyo objetivo es desarrollar la gratitud, el optimismo o el amor; así como de sacar el máximo partido a la vida.

Considero que los individuos buscamos la felicidad aunque no sepamos mucho qué sea.

Hay quien piensa que la felicidad es el estado en el que uno se encuentra cuando logra una meta, cuando se siente sano y contento, cuando pasa un examen de muerte, lo que acontece cuando le proponen matrimonio; cuando se tiene un hijo, cuando se divorcia de un ser repugnante, pero Freud diría también que: «en la búsqueda de la felicidad es necesario acrecentar el trabajo psíquico e intelectual».

¿Quién nos dicta nuestro concepto de felicidad? Nuestra educación, el contexto en el que nos encontramos y la decisión de adult@ que nos acompaña. No es lo mismo vivir la felicidad del primer amor, a la que nos produce concluir una carrera universitaria o que superemos un cáncer a los 75 años. Es decir, el concepto de felicidad va cambiando con los años, con los encuentros, las vivencias y, otra vez, con lo aprendido y aprehendido de niños.

Sin embargo, y ahí viene el pero de siempre, la felicidad no debería ser la búsqueda de nuestra vida. Considero, a razón de que me avienten unas cuantas piedras, que la vida debería quitarse esas palabras tan lacerantes y complicadas. Sería más sencillo si los «siempre», los «nunca», la «felicidad», el «sé tú mismo», o el «sé libre», se quitaran de nuestra programación como seres humanos. Sería más sencillo no encajonar los momentos de la vida por los que pasamos. Si saboreamos un atardecer enmedio de un traspatio donde tendemos la ropa, no tendría que ser menor con hacerlo tirados en el camastro del hotel Bucuti & Tara Beach Resort, en Aruba, uno de los mejores del mundo.

Así, creo, buscaríamos por el placer de hacerlo, sin tener en la mente el que al lograr tal o cual cosa, vamos a «ser los más felices del planeta». Leí hoy sobre el hijo de una periodista famosa, cuyos rumores de divorcio antes de cumplir un año de casado, llenan los periódicos de espectáculos… Es un caso de que la felicidad son momentos, arranques, parpadeos, instantáneas, que no desmerecen en nada a otros elementos de la vida como la tranquilidad, la espiritualidad, la entereza, la fuerza, el ánimo y la energía.

Y también se vale decir que la tristeza, la desazón, el perderse y dudar, el no saber hacia dónde ir, el equivocarse, etc., son parte de la vida y no hay que evitarla. Forman parte del otro lado de la moneda que también nos provoca, nos mueve, nos prepara para afrontar mejores pruebas de existencia. No hay que temerles ni esconderlos detrás de un «no pasa nada», «todo está bien», «yo soy feliz», porque, de todos modos, van a salir en formas imprevistas y sorprendentes sino les hacemos un lugar en nuestra cotidianidad.

Así que hay que vivir con menos conceptos y con más autenticidad.

 

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