Lo que no soy

Muchas veces el dolor de nuestras experiencias nos hacen disfrazarnos de un montón de formas. Podemos ser Los Fuertes, o Los Valientes; o Las Inteligentes o Los Extrovertidos, pero en el fondo, lo sabemos, no sentimos verdaderamente que nada de eso seamos.

Cuando he vivido una experiencia dramática, catastrófica, traumática; o sencillamente, una experiencia que he vivido como algo incómodo o lastimoso, puede producir que en mí se establezca un programa de rescate, algo así como un mecanismo de sobrevivencia y esto posibilite que se «fabrique» un disfraz que- puede ser- sólo me sirva para una única vez, sin duda, aunque también puede ser que ese disfraz se convierta en mi uniforme diario. Y ahí radica el problema.

Mi historia personal impacta en mi personalidad. Yo la formo conforme los eventos experimentados y cómo han sido estas vivencias: si han sido dolorosas, puede que yo me diseñe un disfraz de duro o de fuerte sin sentimientos; y de tanto ponerme ese disfraz, terminé creyendo que eso soy. Ya ves lo que dicen por ahí: «lo que empieza siendo una mentira, puede que termine siendo una verdad». Algo así pasaría, sin embargo, soy yo quien sabe la verdad y sólo en mí recaerá el efecto de esto que me cuento.

¿De qué se trata entonces? De identificar cuáles son tus disfraces, cuáles son los que te has tenido que poner y para qué te han servido, para que «regreses» a esa experiencia desde tu ser adulto y veas que esa experiencia ya te pasó, te afectó y por esa razón tuviste que ocultarte a través de ese disfraz, pero no más. AHORA ese adulto que eres puede ayudarle a ese pequeño a reconocer que no tiene que vestirse para mentirse a sí mismo, que ahora puede ser capaz de darse cuenta que por más que esa vivencia haya sido dura, está aquí y has podido sobrevivir a ella.

Reconocer tu historia personal puede conectarte nuevamente con todo eso que quieres que no vuelva, y, sin embargo, esa misma experiencia te colocará en la posibilidad de que se resuelva y no la tengas que andar cargando a través de una maleta enorme de disfraces: el fuerte, el controlador, el animoso, el echado pa´lante, el perfecto, el salvador, etc.

Regresar a ese evento puede ser una tarea sumamente difícil, y por eso existen los profesionales de la salud mental y emocional. Ellos están preparados para acompañar esa «visita al pasado», para que puedas, desde su origen, arreglar eso que te descompone la vida adulta, y cuya resolución puede contribuir a una vida mucho más libre, sin tantas culpas y miedos que sólo limitan tu bienestar.

Recuerda: los disfraces están bien para un rato en una fiesta. No sirven para la vida porque ocultan lo que sí somos y lo que sí tenemos dentro de nosotros como recurso personal para afrontar la vida y sus conflictos. Confía en lo que hay dentro de ti y quizá, por andar disfrazándote, no has podido utilizar.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s