¿Qué nos queda? ¿Qué viene? ¿Qué va a pasar ahora?
Algunas preguntas sin una respuesta en concreto para una realidad que nos está alcanzando.
Sin duda, a muchas personas les genera un miedo inmenso la posibilidad de contagiarse, a otros; perder el empleo o ver reducidos sus ingresos, es lo que les atormenta. A algunos más el que su familia enferme, es lo que más les mueve emocionalmente. Mientras que a otros, el no saber qué viene ni cómo van a vivirlo.
Ahora, ante la posibilidad cada vez más cercana de conectarnos con una nueva realidad, hay que ir PASO A PASO.
Una tormenta trae destrucción y es vista como peligrosa y destructiva, sin embargo, gracias a ella se nutren zonas áridas, ayuda a desaparecer bacterias acumuladas en el mar, reparte el calor del planeta y permite el florecimiento de la vida vegetal y animal.
Un problema, una crisis personal, un caos existencial, también -aunque nos incomode- trae consigo un lado en el cual están depositados los recursos personales. De uno depende si los usa o no para que nos faciliten salir de esa situación, o si sólo nos quedamos a ver cómo nos destruye y nos daña.
Mientras nos sucede un acontecimiento doloroso o vivimos un grave problema familiar, no podemos saber qué experiencia o recurso estamos recuperando. No nos interesa, ni tampoco está entre nuestras prioridades. De acuerdo. De lo que se trata es que necesitamos revisar estos recursos ANTES de que ese caos, problema, crisis, catástrofe personal, nos alcance.
Reconocer, utilizar e integrar todas aquellas capacidades que no has podido ver en ti y que, sin duda, te facilitarán accionar de una mejor manera ante situaciones críticas. Conocer qué elementos te constituyen y que, por no usarlos, se están atrofiando dentro de ti… A veces hemos actuado de una manera ante los problemas y ya nos «acostumbramos» a hacerlo así, sin embargo, si reconoces otros aspectos, tales como: confianza, valor, valentía, fuerza, amor propio, capacidad de enfoque, asertividad; entre otros, se pueden encontrar estrategias que apoyen la resolución o llevar de una manera más adecuada, el trance por una situación personal difícil.
Este proceso, que lleva tiempo, comienza con el reconocimiento de lo que podríamos decir, es el lado luminoso y oscuro de ti mismo. Calma. No se trata de religión ni ciencia ficción. Todas las personas contamos con características que nos ayudan o nos limitan, que nos permiten lograr metas y que nos las impiden. Y ambas nos constituyen. Por ejemplo: si alguien se considera que es muy responsable, podríamos comentar que la responsabilidad tiene su polo opuesto en la irresponsabilidad; y cabe darle lugar a nuestra irresponsabilidad para que no salga de manera exagerada, inadecuada o perversa. En ese sentido, si aceptamos TODO de lo que estamos integrados, será más fácil darnos cuenta de aquello que no hemos usado, o por el contrario, nos hemos recargado más en eso, olvidando que su polo opuesto también nos puede ser útil.
Es así que, ante esta NUEVA NORMALIDAD, queda darnos un espacio para identificar todo lo que me gusta y me desagrada de mí y de otros, tales como mis padres, parejas, jefes, compañeros de trabajo; y darnos cuenta en qué me parezco a todos ellos, tanto en la parte positiva como negativa… Quizá nos caiga el 20 que algo que me cae mal de Fulano, es porque yo no creo tenerlo, y ahí está una clave para reconocer que no he utilizado esa característica que también es mía porque, a lo mejor, me da miedo o no tengo confianza en mí, por eso la deposito en otro.
Cuando una persona se vive más integrado a si mismo, puede saberse y sentirse más apoyado, más sostenido en una base sólida; y con ello, darse cuenta que puede enfrentar con más herramientas lo que se le presente. Pero si sólo conoce una parte de sí, la otra que no alcanza a ver, puede ser la que en realidad le podría permitir salir avante de alguna problemática.
Es por ello que si hacemos este reconocimiento fértil de nosotros mismos, la nueva realidad nos tomará más afianzados, más sabedores de aspectos útiles. Si nos quedamos únicamente con nuestro miedo, sin querer ver (y muchos menos utilizar) nuestra valentía; limitará nuestro campo de visión y con ello, nuestro crecimiento personal. Y conste que no se trata de quitarnos el miedo, sino de que, A TRAVÉS DE ÉL, lo hagamos.
Hace unos días comentaba sobre la comodidad de la incomodidad o el placer del displacer. Esto es que, a pesar de generar un dolor o una sensación desagradable; es a lo que estamos acostumbrados o hemos estado tanto tiempo en esa opción, que pasarse del otro lado resulta un trabajo muy difícil de hacer… Tal como si trajéramos una piedra en el zapato y nos la quitáramos 20 años después de andarla cargando…
Reafirmo que el POCO A POCO, hacerlo cada día, avanzar de un paso a la vez, trata del RE-CONOCIMIENTO de aspectos útiles, nos hará enfrentar esta tormenta, a la que llamaremos Coronavirus, en la que, o nos quedamos con el lado dañino de ésta, o la usamos a nuestro favor.
Descubrirnos es descubrir fuerzas, capacidades y habilidades, que nos conecten con la vida, esa que se da todos los días allá afuera y que puede ir desde salir a buscar un trabajo, sentarnos ante un cuaderno y un lápiz para registrar cuánto (en realidad) gastamos y cuánto (quizá por primera vez) podemos ahorrar para iniciar un fondo básico de emergencias. O apuntarse a ese curso o a ese examen para entrar a la universidad. Poner un alto a una relación no saludable, o levantarte de la cama después de alguna pérdida.
Y nada se da de un día para otro. Todo es POCO A POCO. Empezar es el problema y la solución.
Bienvenidos a una nueva realidad. Ya.