El sentido de la Navidad

Llega el periodo del año en el que unos corren hacia ella y otros, ponen pies en polvorosa: La Navidad.

No todas las personas sentimos época como un sinónimo de felicidad. Se agolpan en nuestro interior sensaciones de tristeza, desasosiego, melancolía, angustia y desesperanza… ¡Y no estamos como para festejar algo!

Nos han educado para convivir y responder a etiquetas sociales que, en muchas de las ocasiones, nos imponen una imagen tal como si fuera un uniforme que debemos portar con tal de ser aceptados, llevándonos entre las patas nuestras verdaderas emociones y pensamientos. «Los que importan son los otros», parece que escuchamos una y otra vez. Y entonces, hay que convivir, comprar, adornar, adquirir, sonreír, felicitar, abrazar…, y lo que en realidad deseamos es estar solos en casa, acostarse en la cama, envolverse en una cobija y dormir. O no contestar el teléfono ni aceptar ninguna reunión porque, al final del año, lo que queremos es estar con nosotros mismos…

Quizá de manera inconsciente, buscamos un tiempo fuera. Un espacio donde estar solamente con nosotros mismos. Muchos no lo saben, pero el año que viene puede generar en la gente angustia y miedo y, en muchas ocasiones, se busca un refugio en el que encerrarse por  unos días para sentir vívidamente esas emociones que ante tanta lucecita y esfera, no es posible expresar.

Como todo lo que hacemos en la vida, si se lleva al extremo, puede ocasionarnos alguna problemática. Es decir, que si este encierro lo hacemos ante cualquier situación complicada en nuestra vida, sin cambiar el rumbo o hacer algo diferente, la herramienta de «estar con uno mismo», ya no funciona, pues entonces se convierte en una evasión o escape permanente. Es similar a la hibernación de los osos: la realizan para guardar la energía en su cuerpo debido a la falta de alimento por el invierno, sin embargo, pasando éste, la actividad vuelve y ellos se revitalizan pues se guardaron por un tiempo…

Sería importante que las personas nos diéramos chance de un tiempo fuera para reconectarnos, para reestructurar, recapacitar; analizar nuestra situación personal y posibilitar nuevos escenarios de acción. Recuperar energías y hacer un balance de lo hecho, de lo que hace falta por hacer; así como de agradecerse y reconfortarse.

Rechazar lo que sentimos y tomar una actitud grinch, hará que las verdaderas emociones salgan de forma exagerada, perversa o explosiva. En su lugar, puedo considerar darme un par de días sólo para sentir lo que en realidad siento, dándome esa oportunidad y hacer lo posible para que los demás lo respeten.

Sugiero estos puntos:

  1. Si sólo tienes los días feriados de ley, te propongo hacer una lista de canciones que te hagan sentir reconfortado, tranquilo, a gusto contigo; y las descargues en tu celular para que, de regreso del trabajo o al final de tu jornada diaria, puedas escucharla mientras piensas en todo este año: qué ha traído, que has aprendido, qué dejaste de hacer y de qué te darías las gracias… ¿Con el tiempo limitado?… ¿Por qué no pruebas en el transporte público o mientras te bañas?
  2. Si tienes vacaciones, toma uno o dos días para ti. No necesitas las 24 horas. Sólo un par de horas cada día. Toma un cuaderno y escribe lo que venga a ti con respecto a este año. Haz un ejercicio de reflexión en el que pienses qué le dirías a un buen amigo si te preguntara tu opinión sobre el año que comienza su recta final. ¿Qué esperas? ¿Qué dejaste pasar? ¿Qué hubo más: experiencias negativas o positivas?
  3. Intenta manifestar, por ejemplo, a través de una carta dirigida a la familia con la que vivas, cuál es tu situación emocional actual y que necesitas tomarte un tiempo contigo mismo. Diles que es muy importante que te lo concedan para que vuelvas a ser esa persona que ellos conocen. Que te den chance un rato.
  4. ¡Haz maletas y vete! Y no es necesario que te muevas físicamente. No importa que te quedes en tu casa. Viaja a través de la mente y la imaginación. Recuerda que lo importante es sentir que te das ese espacio para estar contigo a pesar de que el resto del mundo se encuentre poniendo el arbolito de Navidad o preparando el ponche.
  5. Recuerda que la Navidad marca el comienzo de las 12 noches más largas del año, hasta el 6 de enero, fecha en la que la luz, el sol, renace para recordarnos que la oscuridad no permanece para siempre. Sino que, invariablemente, termina para dar origen a un nuevo año de crecimiento y renovación de la naturaleza. (https://www.gabinetedepsicologia-mm.com/2015/12/23/el-verdadero-significado-de-la-navidad/)

Así que date un espacio para un nuevo renacimiento aunque los demás te «exijan» cumplir con los intercambios, los brindis y romper la piñata. Regálate un tiempo para ti y deja de odiar la Navidad. Entiende que no todos desean lo mismo que tú.

Por cierto: ¡Feliz Na..cimiento! 

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